Aquí os dejamos el relato de nuestra constelación de Campanilla:
Había una vez, en un mundo mágico donde los bosques estaban llenos de hadas y criaturas fantásticas, vivía Campanilla, una pequeña hada con un corazón tan brillante como las estrellas. Su hogar era el Árbol de las Luces, un rincón lleno de magia y aventuras. Campanilla amaba explorar y volar entre los árboles, pero también disfrutaba de momentos tranquilos en los prados de flores.
Un día, mientras recogía polen de flores para hacer polvo de hada, Campanilla vio a Flora, una hermosa hada de las flores, danzando entre las margaritas. Flora era dulce y siempre cuidaba del jardín con tanto amor que cada flor parecía sonreír. Campanilla no podía evitar sonrojarse cada vez que la veía. "Flora es tan increíble" pensaba, mientras su corazón latía con fuerza.
Animada por sus emociones, decidió acercarse a Flora. Al aterrizar a su lado, dijo con una pequeña sonrisa:
—Hola, Flora. ¿Te gustaría pasear conmigo por el bosque? —preguntó nerviosa.
Flora le devolvió una sonrisa cálida, sus mejillas se ruborizaron también.
—Me encantaría, Campanilla —respondió mientras juntas comenzaban a caminar entre los árboles.
Todo parecía perfecto, hasta que de repente, un extraño sonido metálico invadió el aire. Doraemon, el gato robot del futuro, apareció frente a ellas con una expresión malhumorada. Estaba molesto porque, según él, el bosque mágico estaba interfiriendo con sus artilugios futuristas.
—¡No puedo trabajar en mis inventos si hay tanta magia volando por aquí! —exclamó agitando su bolso donde guardaba todo tipo de herramientas tecnológicas.
Campanilla frunció el ceño y se colocó protectora frente a Flora.
—¡Este bosque es nuestro hogar! —dijo con firmeza—. No puedes simplemente arruinarlo con tus máquinas.
Doraemon, decidido a deshacerse de la magia, sacó un dispositivo extraño que comenzó a absorber todo el polvo de hadas del aire. Pero justo en ese momento, Wanda, una de las hadas madrinas, apareció en un destello rosa.
—¡Oh no, no puedes hacer eso! —gritó, con su varita mágica en mano—. ¡La magia es parte de la vida aquí!
Enseguida, Gatchan, un pequeño y travieso ser alado, apareció volando alrededor de Doraemon, distrayéndolo y haciendo que soltara el dispositivo. Doraemon, enojado, intentó atraparlo, pero Gatchan era demasiado rápido.
Mientras tanto, Vignette, una hada fuerte y valiente que también vivía en el bosque, llegó volando con sus alas brillantes. Con una sola mirada a Doraemon, alzó su mano y creó una barrera de luz mágica que impidió que el gato robot pudiera seguir absorbiendo la magia.
—Aquí protegemos a los nuestros —dijo Vignette con autoridad.
Campanilla, viendo la oportunidad, tomó la mano de Flora con delicadeza y juntas volaron hacia Doraemon. Con una chispa de polvo de hada y el poder de las flores de Flora, lograron restaurar la magia del bosque, llenándolo nuevamente de vida.
Doraemon, al ver que no podía vencer a las hadas, suspiró derrotado.
—Está bien, me rindo. Volveré al futuro, donde mis inventos sí funcionan —dijo, y con un salto en su puerta del tiempo, desapareció.
Flora miró a Campanilla con gratitud, sus ojos brillaban de emoción.
—Gracias por proteger el bosque… y por estar a mi lado. —dijo sonriendo.
Campanilla, sintiendo que su corazón se llenaba de felicidad, respondió suavemente:
—Siempre estaré a tu lado, Flora. Este bosque es especial, pero tú… tú lo haces aún más hermoso.
Y así, entre risas y vuelos por el bosque, Campanilla y Flora comenzaron una nueva aventura juntas, descubriendo que el amor podía florecer incluso entre hadas y flores, con la ayuda de buenos amigos y un poco de magia.
Fin.
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