martes, 15 de octubre de 2024

CRelato, 21CruelladeVil, IIBallester, Pablo Adell Sánchez, Ainhoa Marco Alcalá, Javier Revert Santos, Alexandra Rhzieli Fernández, Ana Ruiz Sáez.

 RELATO LITERARIO: El paseo de Cruella en Regent's Park


Regent's Park nunca había conocido una figura tan imponente. Cruella de Vil caminaba por el sendero central, envuelta en un abrigo de piel que solo ella podría haber concebido. A su paso, las miradas se detenían, algunas aterradas, otras fascinadas por la extravagante alta costura que ella misma había diseñado. Su última colección, que había sacudido el mundo de la moda, hacía que las creaciones de Marc Jacobs y Alexander McQueen parecieran prendas cotidianas.


Los árboles, con sus ramas frondosas, formaban un arco tenebroso sobre su cabeza, evocando las sombrías escenas de Maléfica y la Bella Durmiente, donde las fuerzas del mal acechan constantemente. Incluso los cuervos que volaban por encima parecían una reminiscencia de los fieles acompañantes de aquellas villanas, seres capaces de transformar lo cotidiano en algo oscuro y aterrador. El parque, con su aura sobrenatural, le recordaba también el ambiente místico y controlado de Las brujas de Eastwick, donde las protagonistas ejercen su poder sobre todo lo que las rodea.


Al cruzar el parque, un par de figuras sombrías emergieron de entre los arbustos. Eran Gaspar y Horacio, aunque en sus movimientos torpes había algo que recordaba más a los ladrones de Solo en casa que a sus viejos y confiables secuaces.


—¿No pueden ustedes, par de inútiles, dar un paso sin hacer el ridículo?— gruñó Cruella. Recordando así, el desastroso intento de robo que habían llevado a cabo la noche del desastre. 


Cerca de allí, una pareja de dálmatas paseaba tranquilamente. Se parecían a Pongo y Perdita, los recordaba bien. Aquellos mismos perros que, años atrás, habían desbaratado sus planos más ambiciosos. Su obsesión por las pieles perfectas, por la creación de ese abrigo único, aún la mantenía despierta en noches de insomnio, como aquellas en que el Sr. Burns, en una parodia oscura, lucía un abrigo que evocaba sus sueños más lujuriosos de poder y belleza. Era un eco maligno que la perseguía, como lo hacía también su reflejo en Los Simpson.


Mientras avanzaba, Cruella se detuvo ante el estanque. El reflejo del agua devolvía una imagen feroz, una mujer que sabía lo que quería y estaba dispuesta a todo para obtenerlo. Allí, entre las sombras danzantes del agua, no solo veía su propio rostro, sino también un eco de Catwoman, la antiheroína cuya sofisticación y astucia siempre la habían fascinado. Ambas sabían que la elegancia podía ser tan mortal como un puñal.


Al igual que Catwoman, Cruella también vio en su propio reflejo del lago a otra mujer poderosa: Miranda Priestly de El diablo viste de Prada. Como ella, Miranda controlaba su mundo con frialdad y sin compasión. Ambas sabían que la moda no era sólo estética, sino una herramienta para moldear el mundo según sus propios caprichos. El poder de la imagen era su dominio, y no había espacio para la debilidad.


De repente, el rugido de un coche la sacó de sus pensamientos. La velocidad, la adrenalina... todo le recordaba esas frenéticas persecuciones que había vivido, tan caóticas como las de Mad Max. Para ella, los automóviles eran más que simples máquinas: eran una extensión de su poder, de su capacidad para dominar tanto el asfalto como a los que osan cruzarse en su camino.


Mientras el parque quedaba atrás, su mente volvió a otro momento de su vida, uno donde había estado rodeado de lujo y decadencia. Recordaba aquel baile de máscaras, lleno de opulencia, donde su vestimenta había dejado a todos sin aliento. Era un reflejo del exceso y el glamour que tanto la definían, como las fiestas de El Gran Gatsby, donde la extravagancia lo era todo, y el poder se escondía detrás de la seda y el champán.


—Esto no ha terminado —murmuró Cruella, clavando sus ojos en los reflejos danzantes del estanque—. No mientras pueda tener todo lo que deseo.


El sonido de sus tacones resonó en el pavimento mientras se alejaba, dejando atrás el parque y sus fantasmas. Esta vez, no serían los dálmatas ni sus secuaces quienes dictarían su destino, sino su propio e implacable deseo de poder.



Referencias intertextuales:

  1. Catwoman (Selina Kyle): La conexión de Cruella con la elegancia del crimen se refleja en la comparación con Selina Kyle, especialmente en la estética compartida y el deseo de poder.


  1. Regent's Park: Lugar donde Cruella observa a Pongo y Perdita, conectando su obsesión con el pasado y los paseos por el parque.


  1. Ladrones de Solo en casa: Gaspar y Horacio son retratados de forma torpe, grabando a los ladrones de la famosa película.


  1. Alta Costura: La influencia de la moda en el personaje de Cruella se destaca a través de sus diseños impactantes.


  1. Los Simpson: La referencia al Sr. Burns y su abrigo evoca la obsesión de Cruella por las pieles.


  1. Maléfica y La Bella Durmiente: Las escenas sombrías de estos clásicos se reflejan en el entorno de Regent's Park, comparando el poder oscuro de Cruella con el de estas villanas.


  1. Miranda Priestly de El diablo viste de Prada: Cruella y Miranda comparten una obsesión por el control, el poder y la moda como herramienta de dominación.


  1. Mad Max: Las frenéticas persecuciones de Cruella recuerdan a las caóticas escenas de esta saga, donde la velocidad y el control del vehículo son símbolos de poder.


  1. El Gran Gatsby: El lujo y la decadencia en la vida de Cruella evocan las fiestas opulentas y excesivas de esta obra, donde el poder se esconde tras la extravagancia.


  1. Las brujas de Eastwick: El ambiente controlado y sobrenatural de estas villanas refleja el poder oscuro y manipulador de Cruella sobre su entorno.

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