lunes, 21 de octubre de 2024

CRelato, 15Matilda, IIIMiras

 “Tango y la bicicleta que cruzó el mar”

Un pingüino en bicicleta llamó la atención de los turistas de Nueva York, que se giraban a mirar a la pequeña criatura con sorpresa y curiosidad. Su nombre era Tango y su historia comienza en un lugar alejado de La Gran Manzana, el Polo Norte. 

Tango, a quien sus padres no le prestaban demasiada atención, vivía en su gélido hogar refugiándose en los libros como forma de desconexión de la realidad que le rodeaba. Acudía a un famoso colegio con más pingüinos como él, sin embargo, Tango era el más peculiar de todos, pues con la mente podía levantar y mover objetos a voluntad y, a veces, los utilizaba para hacer rabiar a la directora del colegio, quien parecía tener manía a Tango.

Cansado de la situación en casa y cansado de la situación en el colegio, pasaba el tiempo soñando con ir más allá de esos blancos bloques de hielo, con la esperanza de conocer el mundo y de experimentar la libertad que este tenía que ofrecer.

Su plan fue decidido el momento en el que su vecino esquimal recibió como regalo de Navidad un aparato extraño con dos ruedas en el que se podía sentar. La bicicleta (o así es como su vecino la llamaba) lo llevaba de un lado a otro a gran velocidad, pudiendo llegar al otro lado del Polo Norte en poco tiempo. 

¿Qué pasaría si Tango tuviera una bicicleta? ¿Sería capaz de salir al mundo exterior y conocer lo que había más allá? Con gran entusiasmo y esperanza, le pidió a su vecino que le enseñara a montar y, una vez dominaba los pedales, pedaleó y pedaleó mientras miraba el cielo azul, dejando atrás el Polo Norte.

Siguiendo su camino, apareció un barco volador con los niños perdidos liderado por una joven muchacha llamada Wendy de Nunca Jamás. 

¿Me podéis ayudar a cruzar el mar? preguntó Tango.

Sin pensarlo Tango se subió al barco y pusieron rumbo hacia Nueva York.

Tras un largo viaje por fin llegó a Central Park, donde pedaleó por las calles asombrado de los altos edificios y frondosos parques, donde se percató que tres niños le observaban con curiosidad, la niña, la más valiente de los tres, se acercó a él.

— ¿Tú también tienes poderes? — preguntó la muchacha.

Ante la pregunta tan directa, Tango se quedó sorprendido y contestó: 

— ¿Cómo te has dado cuenta?

La niña le dijo que eran magos en un colegio muy lejano a Nueva York situado en Gran Bretaña, y le advirtió que los ciudadanos de la Gran Ciudad no podían saber que tenía poderes puesto que se podrían aprovechar de él. 

Como Tango era un pingüino muy simpático y sociable, la niña le lanzó un hechizo para pasar desapercibido con su bicicleta, y así poder vivir tranquilo en la ciudad. 

Un día paseando encontró un zoo donde anunciaban que habían pingüinos de su especie. Tango, curioso, entró en el zoo y allí conoció a unos pingüinos que le acogieron y se convirtieron para él en la familia que nunca había tenido.


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